La Red critica la hipocresía de los gobernantes que inculpan a las ONG de crímenes inverosímiles como cortina de humo para eludir sus propias responsabilidades.

Los medios oficiales tergiveresan la información, criminalizan a las personas desplazadas y ahora también las acciones humanitarias de las organizaciones que tratan de suplir el vacío en el que están abandonados. Todo ello buscando la insensibilidad social frente al fenómeno de las migraciones; una insensibilidad que corre pareja al exponencial incremento del número de personas indocumentadas que llegan a nuestras costas en busca de una vida mejor o, simplemente, para salvar la vida.

Alrededor de 60.000 migrantes, en cifras redondas, durante lo que va de año. Sesenta mil afortunados y afortunadas que consiguieron llegar a la Península o a las Canarias y no se quedaron por el camino, ahogados en alta mar o bien a cuatro brazadas de la playa. Gracias, en buena medida, a organizaciones como, entre otras, Open Arms, Médicos sin Fronteras o Caminando Fronteras, que se ocupan voluntaria y desinteresadamente no solo de rescatar a los migrantes del mar, sino, siempre que les es posible, de trasladarlos a tierra. Y aquí nos encontramos con la última vuelta de tuerca:

Esas ONG de ayuda humanitaria, tan reconocidas como respetadas, tienen abiertas varias causas judiciales en Italia y Marruecos por nada menos que “tráfico de personas”.

El último episodio, igual de vergonzoso, es la acusación hecha por el gobierno italiano contra el barco de rescate Aquarius por verter contaminantes al océano. Tal y como señalaba Médicos sin Fronteras, “un nuevo ataque instrumental para bloquear la acción salvavidas en el mar”. Ya es un lugar común: achacar a las organizaciones de salvamento supuestos crímenes, tan delirantes como absurdos, como una cortina de humo tras la que disimular no solo la propia responsabilidad de gobiernos y administraciones, sino su inacción.

Las ONG  Open Arms, MSF o Caminando Fronteras tienen abiertas causas judiciales en Italia y Marruecos acusadas de perpetrar supuestos delitos que van desde la trata de personas al vertido de contaminantes en el océano

Quienes deberían encargarse de dar soluciones reales a estas situaciones en su origen,los gobiernos y administraciones del primer mundo, han decidido ocultar su falta de ética y de propuestas con una estrategia perversa.

Fotografía: Proactiva Open Arms

“Los gobiernos de turno”, señala el equipo de coordinación del movimiento Acampa, “en vez de procurar erradicar las mafias en origen cortándoles los beneficios, o enfrentar el problema y buscar soluciones globales, batallan contra las organizaciones que se juegan la vida y de paso, las subvenciones y/o las contribuciones particulares en tareas de rescate que ninguna Administración emprende o parece querer emprender”.

 

 

Los expertos coinciden en que, a estas alturas del siglo XXI, las migraciones hacia Europa son algo inevitable debido a factores como la globalización, las distintas tasas demográficas de unos y otros continentes, y la brecha existente entre las rentas per cápita de la UE y, por ejemplo, el África subsahariana.

Parecería, pues, que la labor de sensibilización social frente al fenómeno migratorio fuese más necesaria que nunca, sólo que no es así. “Es como si la ciudadanía estuviese vacunada ante tanto drama cotidiano, acostumbrada a la tragedia, y por lo tanto, de alguna manera fuese ya indiferente. De ahí tal vez que cada vez le exija menos a sus dirigentes”, concluye Acampa.

Cerremos o no los ojos, el problema va a seguir ahí, incluso encima de la mesa de las distintas administraciones, nacionales o supranacionales, por ahora bien poco propensas a reconocer el Derecho a Refugio de esos miles de personas que sí han conseguido llegar a nuestras costas con vida.

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