- Deportaciones exprés. La tutela y los derechos se reducen.
- Los seres humanos tienen precio. 20.000 euros por no acogerlos
- La islas europeas convertidas en cárceles de acogida
- Nada sobre lo que acontece en el mar. Lo que preocupa es que lleguen, no que se ahoguen.
Había pocas esperanzas de que la tendencia que en los últimos años estaba asentándose en Europa fuese a dar un revolcón en el nuevo Pacto Europeo de Migraciones y Asilo. Pero aún así, analizando lo acordado y rubricado en la madrugada del 20 de diciembre en las instituciones europeas, se confirman los peores presagios. Ante ello, Rede Acampa pola Paz no puede sino expresar su tristeza por la oportunidad perdida. Frente a la realidad migratoria, más vallas y medidas que sin duda alimentarán el odio y la xenofobia mientras se perfeccionan y visten de legalidad fórmulas para doblegar los Derechos Humanos y el Derecho a Refugio. Nada que celebrar.
Lo primero que llama la atención es la conversión de los seres humanos en productos desechables y con precio. Se fijan cuotas obligatorias pero flexibles. Treinta mil refugiados al año. Pero si como país no viene bien asumir ese número se podrá no acoger a cambio de abonar 20.000 euros por persona rechazada. No es difícil avanzar el resultado de este acuerdo. Los países más pudientes podrán “deshacerse” del problema a golpe de billetera y subcontratar en otros sus obligaciones. El desequilibrio crecerá exponencialmente.
En el ámbito de las deportaciones los cambios tampoco son halagüeños. Se refuerza esta figura estableciendo las evaluaciones exprés, fijándose en siete días el plazo para descartar a aquellos que no tengan derecho a asilo. Sin posibilidad de recurso judicial. Esa aceleración de las deportaciones, reduciendo la tutela y la capacidad de recurrir supondrá, a juicio de los expertos, un coladero para rechazos masivos. Cualquiera que trabaje en este campo sabe que ese plazo es imposible de ser cumplido respetando los derechos de las personas que llegan. La realidad es que actualmente solo se ejecutan entre un 30 y un 40% de las deportaciones que se acuerdan porque los países de origen no aceptan el retorno. Por ello, en el nuevo Pacto se opta por pagar a países fuera de la UE para que hagan de eficaces “cancerberos”, impidiendo el paso de las personas que migran o recibiéndolas una vez rechazadas. Que respeten o no los DDHH no entra en la ecuación.
Otro hecho alarmante es que se consolida la transformación de las islas europeas que más presión migratoria están sufriendo: Lampedusa, Sicilia, las islas griegas del Egeo y las españolas Canarias en cárceles de acogida. Retenidos en suelo europeo como si no estuvieran en él y por tanto como si no fueran aplicables los derechos que sí tendría cualquier europeo.
Si hablamos de menores no acompañados el Pacto aún es más sangrante. Siete días para confirmar su situación y para averiguar con que familiares han de reunirse y en qué punto de Europa… Por no hablar de que en el expediente de asilo constarán datos biométricos: rasgos faciales, huellas dactilares…
La realidad es que en los mares que bañan el continente europeo están muriendo miles de personas. Pero el Pacto no aborda nada de esto, como si no aconteciese. Nada de prevención, nada de refuerzo de los medios de salvamento marítimo, nada de colaboración con las ongs que están en estos momentos operando para salvar vidas. Lo que preocupa es que lleguen. Pero no que no lleguen.
Europa se autoriza a sí misma a no respetar el derecho de asilo más allá de 30.000 personas al año. Su política migratoria seguirá condenando a la muerte a miles de personas. Desde Rede Acampa por la Paz, por último, solo concluir que es muy poco edificante que este Pacto se haya aprobado en el marco de la presidencia española de la UE, confirmándose así que nuestro país está alineándose a pasos agigantas con esa Europa cada vez más xenófoba y retrógrada.